p/ Marisé Luces Tajes
Nos situamos a finales de abril del año 1966, en plena fiebre de la adolescencia y los primeros “mal de amores“.
Las alumnas de bachillerato del colegio “de las monjas“ teníamos los sábados por la tarde clase de “labores“, unas muestras de bordado y de corte y confección que teníamos que presentar al irnos a examinar a Santiago.
Nosotras estábamos en 4º de bachillerato, ¡éramos las mayores ¡ y en plena primavera las hormonas funcionando a tope… jajaja.
Había también un sacristán muy guapo que traía de calle a más de una, pero él solo tenía ojos para la más guapa, Carmen, y ella para él.
Todos los días, después de tocar las campanas a las 3 de la tarde, se acercaba hasta la puerta del colegio y nos traía unos caramelitos de Nata que compraba en Las Picas ( era rico, tenía propinas de bautizos, bodas…) y nosotras encantadas (adoraba al santo por la peana), para estar con Carmen tenía que estar las amigas.
Pero… ¡llegó el día fatal¡.:
Una tarde de sábado primaveral, estando ya en clase, Jorge tuvo la osadía de ponerse bajo el quicio de la puerta de entrada a la clase, ¡ qué contentas estábamos de conversación con él ¡, cuando más entretenida era la charla aparece… SOR EUCARISTÍA . ¡ Ay, Dios mío, la que se preparó ¡. Jorge escapó corriendo, no lo atraparían aunque fueran tras él, pero a nosotras…pellizcos, alguna torta, cachetes en la cabeza con los nudillos… Por su boca salían palabras que ya ni recuerdo, pero una de las frases nos llegó al alma (bueno, no sé a dónde, pero nos llegó) : OS VAIS CON UN PALO VESTIDO DE HOMBRE .
Ya más calmada la cosa llegó el castigo: sin recreos, quedar todos los días hasta las 2, y tres domingos, mañana y tarde, en el colegio. Sí, sí, leéis bien, los domingos de 10 a 2 y de 3 a 9. y lo que aún era peor, contárselo a nuestros padres.
Llegó el mes de mayo, mes de María, y diariamente venían D. Casimiro y su ayudante para el rosario y la misa y allí estábamos nosotras más serias y tiesas que las beatas oficiales.
Lo que no se nos había olvidado era la famosa frasecita, la teníamos clavada. Fue por ello que a Manuela,- ¿a quién si no?, ella siempre tenía las “ mejores “ soluciones “- se le ocurrió que podíamos hacer algo. La hermosa huerta nos dio la solución, allí delante de nuestras narices, apareció una gran rama que, por su forma, parecía estar diciéndonos: aquí me tenéis, cogedme. Y claro que la cogimos.
Vestimos a la rama con unos bombachos de gimnasia y una camisa, ¡ qué bien nos quedó ¡ ¡ YA TENÍAMOS AL PALO VESTIDO DE HOMBRE ¡. Terminadas las clases allá nos fuimos a la capilla, Manuela, Carmen y yo, muy formales, nos llevamos la rama y la pusimos en el banco con nosotras.
Durante los rezos nadie nos dijo nada, pero al salir…¡ ay, al salir ¡ todo lo que os pueda contar es poco. Sor Eucaristía parecía haberse vuelto loca, nos decía de todo y un poco más, llama a la Superiora, hablan entre ellas, nosotras ni abríamos la boca y de repente parece que se calman. ¡ llegaba lo que no queríamos¡ nos dan la receta : Todos los domingos de mayo y junio castigadas., ir a misa con ellas a la capilla, nada de ir a la parroquia que veíamos al sacristán, diariamente solo media hora para ir a comer y los recreos ni olerlos. Y, además, el castigo de los padres por ser tan maleducadas.
¿Os imagináis esto en un colegio de hoy?
¡Y TODO ESTO POR LOS AMORES DEL SACRISTÁN ¡
P/D ¿Os habéis imaginado quién era el sacristán ¿ Sí, ese mismo en el que estáis pensando el Sr. Jorge Lago de Pexejo.