Ramón Martínez Caamaño
Patrón de Pesca de Altura y Sacerdote
Todos soñamos con una vida mejor, en una sociedad mejor. Sin embargo, se ha tornado difícil pasar un día completo sin desilusionarse, molestarse y sentirse drenado por la geste egoísta y maligna que nos rodea. Hay mucha gente que parece estar interesada únicamente en su ganancia personal. Se han vuelto rudos y arrogantes, críticos e insensibles. El «tú no seas tonto» se impone egoístamente, por que parece que el ser bueno es sinónimo de ser tonto. Ser bueno no vende, no «mola».
Como una plaga, estas actitudes están escapando las fronteras nacionales amenazando al resto del mundo. Otros, de hecho, están importando nuestro valores egoístas materiales.
Si aceptamos nuestra tarea de ser los seres racionales e inteligentes de nuestro planeta, podemos empezar a cambiar el mundo. Realmente, creo que los cambios ocurrirán lentamente conforme empezamos a practicar actos de bondad cada día, haciendo pequeñas cosas para ayudar a otros a ser más felices. Quizá la respuesta puedan ser voluntarios para ayudar a los menos afortunados. Quizá sea algo tan simple como ser agradable con alguien, hacer algo bondadoso sin que sea solicitado o esperar nada a cambio.
Estos actos de bondad no tienen que ser caros o complejos. Pueden ser nada más que una agradable sonrisa, un cumplido espontáneo, asistir a alguien que necesite ayuda. Pueden ser una palabra bondadosa, un gesto tierno, una acción cariñosa, una actitud compasiva, una alegría compartida, una mano de ayuda. Poco a poco, paso a paso, podría empezar una enorme transformación de nuestra sociedad. La gente se sentiría nutrida por los gestos bondadosos de los demás. Las actitudes de temor y de indefensa vulnerabilidad empezarían a derretirse en la calidad de la bondad.
Los extraños deben aproximarse a otros extraños con estas acciones benevolentes. La bondad y el aprecio no pueden reservarse solamente para nuestras familias y amigos. De esa forma, la sociedad no cambiará. Necesitamos llegar a todos los demás, no simplemente a los que nos gustan. Si pudiéramos lograr que cada uno realizara solamente unos cuantos actos de bondad cada día, podríamos cambiar el mundo.
Al menos, podría lograrse un buen principio. Nuestros días nos parecerían más dulces, menos decepcionantes y podríamos tener más esperanza para el futuro. El modelo del comportamiento bondadoso y compasivo hacia nuestros semejantes humanos, debería ser el legado que propusiéramos para exportar, no las prácticas comerciales basadas en la avaricia del dinero como línea final y despiadada de nuestras actitudes y la competencia desleal como medio para obtener ese fin. Además, seríamos el modelo para nuestras generaciones futuras.
Ellos aprenderían el poder y la importancia de ser bondadosos. Ellos aprenderían que no importa el número de gente a la que lleguen los sencillos actos de bondad. La importancia está en hacerlos. Y aún que parece una utopía irrealizable, yo soy de los que piensan que la utopía es la que mueve el mundo hacia el crecimiento. Los grandes logros del ser humano nacieron de geniales y utópicas ideas.
Todos los verdaderos maestros de la humanidad desde el principio de los tiempos nos han estado hablando sobre el amor y la compasión en nuestras relaciones y en nuestras comunidades. Ellos no han desperdiciado su tiempo al instruirnos sobre como acumular excesiva riqueza material a costa de los demás. No nos han enseñado a ser viles, ego-maníacos, duros o arrogantes. Un verdadero guía, un verdadero maestro, nos mostrará el camino, enseñándonos lo que es importante para su evolución espiritual y lo que no es importante o todavía peor, lo que puede ser un impedimento y obstáculo. No hay un programa para cambiar al mundo. Lo único importante es empezar con un talante positivo cada uno de nosotros con un corazón libre y bien dispuesto al bien.
Si es verdad que un sendero de mil kilómetros empieza con un paso, entonces el primer paso es alejar nuestros temores y soledades y empezar a practicar actos de bondad, ya sea al azar o planeados, ya sean grandes o pequeños y hacer esto cada día.
Si la mayoría de nosotros hiciera esto, probablemente el mundo iría mejor.
Cambiar el mundo de su corriente de naturaleza violenta, competitiva y llena de odio, no sucederá a través de los esfuerzos de únicamente unos cuantos individuos iluminados, aún si son poderosos líderes mundiales. Son por el contrario los actos diarios de bondad y compasión compartidos entre la gente y dentro de pequeños grupos los que pueden conseguir cambiar el mundo y convertirlo en un lugar más visible y lleno de amor. La gente tiene que comprender que todos somos iguales, todos somos lo mismo, todos anhelamos un poco de tranquilidad, felicidad y seguridad en nuestras vidas. No podemos seguir peleándonos y matándonos unos a los otros.
Ahora que estamos cambiando, comenzando un año nuevo, sería muy bueno que comenzáramos por cambiarnos a nosotros mismos, nuestras actitudes y sentimientos, y al mundo le iría un poco mejor.
Un abrazo a todos.