Francisco Carantoña Dubert
Coñecín a Don Paco Carantoña dende que tiña eu uso de razón. Cando viña a Muros, sempre pasaba a saudar a miña nai América. Como miña nai nacera en Xixón i él era xixonés de adopción, sempre pasaban largo tempo falando de Xixón e de Asturias. Don Paco, sempre cos seus diarios baixo o brazo, daba largos paseos pola Vila que o veu nacer, e mantiña agradables conversas coa xente; entre eles Marcelo da Rabela, con quen mantivo sempre unha grande amizade. Gran enamorado de Muros, foi o promotor de que a Vila de Xixón se hirmanase coa de Muros, por mor do afecto que os xixoneses sinten por Muros, por haber acollido o Inmortal Jovellanos, aló polo ano 1810. A él se debe tamén o monolito a Jovellanos que se atopa no noso paseo marítimo. Permitinme recoller a biografía que segue, para que propios e alleos coñezan deste muradán, quen nunca renunciou as súas orixes.
“El prestigioso escritor, periodista y crítico de arte Francisco Carantoña Dubert nació en la villa de Muros el 4 de abril de 1926. Vivió en Gijón (Asturias) desde que, en 1954, asumió la dirección del diario El Comercio hasta su fallecimiento, el 8 de diciembre de 1997.
Estudió el bachillerato en varias ciudades españolas y la carrera de Ciencias Químicas en Valladolid, Granada y Madrid, donde se licenció en 1948. Durante dos años fue ayudante de la cátedra de Química Inorgánica en la Universidad de Madrid. Ingresó en la Escuela de Periodismo en 1951 y en noviembre de 1954 se incorporó al diario gijonés El Comercio, del que sería director hasta el año 1995 y articulista hasta su muerte. Antes había sido redactor de El Español y redactor jefe de Motor Mundial. Bajo su dirección El Comercio se transformó en un periódico moderno y se consolidó como el primero y más influyente de la ciudad. Durante decenios los gijoneses se acostumbraron a leer los dos artículos que publicaba diariamente, uno dedicado al análisis de la política regional, nacional o internacional, que firmaba con su nombre, y otro sobre temas muy diversos en la columna “La Vida y sus Vueltas”, firmado con el seudónimo de Till.
Lector infatigable, hombre de amplia cultura, su producción literaria fue extensa y variada. Su afición por la pintura le llevó a estudiar la obra de varios artistas asturianos, con algunos de los cuales, como Nicanor Piñole, Orlando Pelayo, Joaquín Rubio Camín o Pelayo Ortega, mantuvo una estrecha amistad. Así, publicó libros, fue comisario de exposiciones e introdujo catálogos sobre la obra de, además de los citados, Evaristo Valle y Antonio Suárez, entre otros. Como novelista, es autor de La libertad de los tejones y del relato Dinusiña, la hija de Betulio el alberguero, ilustrado por Orlando Pelayo. A la ciudad que lo acogió durante la mayor parte de su vida le dedicó Semblanza de Gijón, que fue ilustrado por Pelayo Ortega, y su trabajo como articulista ha merecido la publicación de tres recopilaciones: La vida y sus vueltas, El último año de Till y Gijón de perfil. A Galicia y a su natal villa de Muros, de la que fue cronista oficial, les dedicó, además de numerosas referencias en los artículos publicados en El Comercio, las crónicas de sus libros de viajes Memorias del peregrino Till y Viaje a tierras de Finisterre, en el año del cometa Kohoutek, el segundo con dibujos de Orlando Pelayo, y su última obra, La estancia de Jovellanos en Muros de Galicia.
Fue miembro numerario del Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea), en el que ingresó en 1982 con el discurso Las mascaradas de Evaristo Valle. En 1995 participó en la creación del Foro Jovellanos del Principado de Asturias, del que sería primero vicepresidente y presidente tras el fallecimiento, en ese mismo año, de José Caso González. En noviembre de 1987 la Fundación Dolores Medio le concedió la Medalla del Gran Premio de las Letras Asturianas, en mayo de 1992 fue nombrado hijo adoptivo de Gijón y en 1993 se le concedió la medalla de plata del Principado de Asturias.