p/ Manuel Lago Alvarez
A beira do camiño que conduce o adro da igrexa do Convento de Louro, hai un grupo de cipreses, que chaman a atención polo seu porte. Son cinco, e ainda que parecen moi comúns, pertencen a unha variedade coñecida por Ciprés de Monterrey, que parece que foi introducida en Galicia polos frades franciscanos que evanxelizaron as terras de California.
Nun traballo publicado pola obra Social de Caixa Madrid, acerca dos árbores madrileños, cítase exclusivamente como exemplo, os cipreses de Louro. Algo deben ter os nosos cipreses, cando dende tan lonxe se poñen como exemplo. Ahí vai a referencia que os nosos cipreses fan os madrileños:
EL CIPRÉS DE MONTERREY
Cupressus macrocarpa
Este árbol puede medir unos 25 a 30 m de altura en su lugar de origen, pero fuera de su país puede alcanzar los 37 m. El sistema radical es potente. Tiene corteza delgada muy agrietada con placas de color pardo grisáceo que se desprende en fibras longitudinales. El tronco es grueso, está ensanchado en la base y, a veces, dividido en dos a partir de cierta altura. La copa es piramidal, abierta, muy ramosa y densa. La ramificación es ascendente, formando un ángulo de 45° con el tronco. Las ramas son largas, rugosas y de color marrón purpúreo, y las ramillas son bastante gruesas, cilíndricas o subtetrágonas y del mismo color, aunque algo más claro.
Las hojas son escamiformes, bastante gruesas, de ápice obtuso no punzante y color verde oscuro. En las ramillas jóvenes suelen aparecer hojas aciculares de primera edad durante bastante tiempo. Al frotar las hojas desprenden olor a limón o mandarina. Las flores masculinas son amarillas y las femeninas verdosas, agrupándose en inflorescencias pequeñas sobre el ápice de los brotes, desde la primavera hasta principios de verano. Las piñas son globosas, de 25 a 35 mm de diámetro, presentan color marrón rojizo y grisáceo a la madurez y están ormadas por 8 a 12 escamas provistas de salientes cortos y obtusos. Pueden permanecer cerrados en el árbol durante varios años, abriéndose con fuertes calores o si ocurre algún incendio. Contienen numerosas semillas, hasta 20 por escama, de 5 a 6 mm de longitud, con alas estrechas y diminutas ampollas de resina. Un kilo puede contener alrededor de 140.000 semillas. La maduración es bienal. El área natural está reducida a localidades de la bahía de Monterrey en California. Fue descubierto por Lambert en 1838, quien envió semillas en 1839 a Gran Bretaña, desde donde se introdujo al resto de Europa. Se dice que fue introducido por primera vez en España por Carlos Adán de Yarza en Lequeitio (Guipúzcoa), a mediados del siglo XIX. Existen unos ejemplares de enorme tamaño en los aledaños del Convento de San Francisco en la localidad de Louro (Parroquia de Muros en La Coruña), lo que hace suponer que también los franciscanos introdujeron esta especie.
No tolera grandes fríos, pues las heladas invernales le perjudican grandemente. Vive en cualquier tipo de suelo y aunque prefiere la humedad, soporta cierta sequía. Se desarrolla
muy bien en las proximidades de los litorales, ya que es capaz de soportar vientos marinos. Tiene crecimiento muy rápido, de más de 1 m por año en condiciones favorables. Generalmente puede alcanzar los 200 años de edad. La madera es pesada, fuerte, dura, duradera y aromática, pero con poco aprovechamiento comercial. Es muy empleado como árbol ornamental, para formar setos y barreras cortavientos y presenta diversas variedades de jardinería. Se multiplica por semillas, injertos y estaquillas. El nombre específico macrocarpa, proviene de la unión de macrós, grande, y karpós fruto. Alude a que entre los cipreses americanos es el que tiene cono de mayor tamaño, pues el género tiene especies de conos más grandes fuera de América. El nombre común hace referencia a su lugar de origen.
Es frecuente encontrar ejemplares de medianas dimensiones o en forma de seto en las áreas verdes. También se puede observar con frecuencia la forma de ramillas amarillas, denominada Cupressus macrocarpa lambertiana aurea o ciprés lambertiana