Lo que me gusta es pescar, sencillez y humildad

Por Ramón Martínez Caamaño
Patrón de Pesca de Altura y Sacerdote

Cuando todo se desmorona en nuestros proyectos humanos, en nuestros apoyos terrestres; cuando de nuestros más bellos sueños sólo nos queda la desilusión; cuando nuestros mejores esfuerzos y nuestra firme voluntad no alcanzan el objetivo propuesto; cuando la sinceridad y el ardor del amor nada consiguen y el fracaso está ahí, desolador y cruel, frustrando nuestras más bellas esperanzas, se convierte en necesario recurrir a un tratamiento de choque que siempre resulta infalible: retornar a la humildad y sencillez del niño pequeño y recobraremos la felicidad perdida. A modo de ejemplos os cuento dos relatos sencillos pero aleccionadores, que espero os hagan pensar un poco. El primero habla de la ambición desmedida y el segundo de la superficialidad y el vacío interior, estandartes de la sociedad actual.
Picture31Este era un hombre que con su caña de pescar al hombro se encaminaba cada mañana desde su pueblo hasta la orilla del mar y allí esperaba pacientemente que los peces mordieran el anzuelo. Cuando había sacado tres, emprendía con paso lento el regreso a la casita, donde vivía con su esposa y un hijo.
En el pueblo la gente comentaba esta extraña rutina. En cierta ocasión llegó un turista que habiendo observado también lo que nuestro pescador hacía, se decidió a preguntarle:
-Perdone, pero me he fijado en que curiosamente todos los días Ud. hace los mismo. Pesca tres peces y entonces se va.
-¿Y para qué habría de quedarme?
-Para pescar más peces
-Pero es que sólo necesito tres. Somos tres en casa.
-¿ Y nunca ha pensado en pescar más?
-¿ Para qué?
-Podría Ud. vender los peces de modo que pudiera comprar redes y una barca.
-¿Para qué?
-¡Hombre! pues para comprarse una casa más grande, y otro bote, ser muy rico y hacer todo lo que le gusta hacer.
-¿Lo qué me gusta hacer? Si ya lo estoy haciendo. ¡Si lo que me gusta es pescar!……
Comparto contigo las ganas de ser feliz, amigo mío. Moderando pretensiones y disfrutando de las cocas sencillas lo tenemos más fácil, sabes. Ya lo decían nuestros abuelos: «la avaricia rompe el saco».
Caminaba, en una ocasión con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: «además del cantar de los pájaros, ¿ escuchas alguna cosa más?». Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: «estoy escuchando el ruido de una carreta».
«Eso es»-dijo mi padre- «Es una carreta vacía»
Pregunté a mi padre: ¿cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?»
Entonces mi padre respondió: «es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía esté la carreta, mayor es el ruido que hace».
Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oir a mi padre diciendo: «cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace» Cuánta verdad!!!!!!
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y en los momentos en que las cosas de la vida no nos van muy bien, siempre es bueno recurrir a las virtudes primigenias del hombre para que nos ayuden a vivir la vida con un talante más positivo y encontrar la alegría y la felicidad perdidas.
ENVEJECER ES OBLIGATORIO, MADURAR ES OPCIONAL
Un fortísimo abrazo a todos y que estas dos grandes virtudes calen en nuestras vidas.

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