O libro publicado no ano 1722 e titulado “Primera Parte del Árbol Cronológico de la Santa Provincia de Santiago”, do que foi autor o P. Fray Jacobo de Castro, predicador xeral e cronista franciscano, dedica unhas páxinas a relatar a historia do Convento franciscano de Louro, ao mesmo que fai mención á importancia que tivo Muros en séculos anteriores.
O autor aporta datos xa coñecidos e outros que non o eran tanto. Escrita en un castelán antigo pero entendible, toda a obra é un canto eloxioso ao facer dos franciscanos en Galicia, con referencias históricas a tódolos conventos da provincia e pequenas biografías dos relixiosos franciscanos máis singulares.
Traemos as páxinas de TMT, os textos que fan referencia ao Convento de San Francisco de Louro.
Villa y Convento de San Francisco de Muros.
No hay duda que esta Villa fue uno de los puertos mejores, y más ricos de Galicia, en cuya descripción se alaba la destreza y el valor en defender aquella aquella costa. Hoy está esta Villa menoscabada, aunque sus mareantes muy diestros en la náutica para viajes de Indias, con cuyo comercio se hizo rica. Conservan el porte de los tiempos antiguo, principalmente las mujeres. Los pueblos vecinos a Muros se llamaron “Clamerianos”, donde hizo vida eremítica San Teodoro, Monje que floreció en milagros. Ya hubo quien en la Universidad de Salamanca en unos Quodlibetos, defendió con razones autorizadas y antiguas tradiciones, que cerca de esta Villa en el monte Pindo, o Píndaro, estaba el Paraíso.
Cuando no tenga otra gloria, la es de superior jerarquía ser Patria del Ilustrísimo Señor Don Diego de Muros, Confesor de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, Obispo de Oviedo y fundador del Colegio Mayor de Oviedo en Salamanca, y Obispo de aquella ciudad, Varón de eterna memoria por sus muchas obras, y Fundador de la Colegiata de esta Villa. Otro Don Diego de Muros, Obispo de Tuy, escribe el Señor Sandoval en el catálogo de los Prelados de aquella Santa Iglesia. Yo dudo si es el mismo de Oviedo.
Media legua delante de la Villa, tiene asiento nuestro convento, cuya fundación refieren fue año de 1280, por D. Pedro Álvarez Mariño, cuya opinión refuta el analista Gonçaga la entiende al de 1432, aunque no lo asegura, pareciéndole ser más antigua, y valiéndose solo de una Bula de Eugenio IV en que concede indulgencias a los que visitaren la Iglesia en ciertos días. Para la primera opinión dice Gonçaga fundamento la noticia del monumento antiguo, que llama Apócrifo, y solo conviene con el Analista, en que su primitiva fundación no fuere por D. Pedro Álvarez Mariño, sino por los fieles de esta Villa, sumamente afectos a nuestro santo hábito: Y en esto último también yo convengo.
Para quitar equivocaciones es preciso distinguir Eremitorio y Convento, debiendo asignarse la fundación del primero antes, o en el año de 1223, cuando el de San Lorenzo, su contemporáneo, como allí diré. Es cierto que el Ilustrísimo Señor Don Pedro Muñiz, Arzobispo de Santiago, vivía recluso en San Lorenzo el dicho año de 1223 y su muerte fue el 1224, de que se infiere, que habiendo consagrado la Iglesia de San Lorenzo por aquel tiempo, pudo obtener licencia para ir a consagrar la de Muros. Ni obsta decir no pudo consagrase en honra de Nuestro Padre San Francisco, cuyo tránsito fue el año de 1226, pues de esto solo se inferirá no fuese a su honra consagrada la Iglesia, sino a otro Santo; pero no, que no se hubiere hecho la consagración. También se infiere que este Eremitorio pasó a ser Convento año de 1431, o antes, como opina Uvadingo, sin señalar tiempo fijo, dejando lugar para la opinión al mínimo año, que refuta, lo que se hace muy creíble de la devoción de los de Muros, costeándole ansi Eremitorio, como Convento de sus limosnas, y demás fieles.
Descubiertos ya los años de sus fundaciones, resta saber el sitio que tuvo y hoy conserva. Parece lo tenía destinado la providencia del Altísimo para un devoto y gustoso desierto de esta Provincia, y muy del genio de Nuestro Padre San Francisco. Aquí, la abstracción casi continua de humanas criaturas aprovecha todo el tiempo conversar solo en los Cielos. Aquí, en la inmensidad del Océano se conoce el Poder infinito de Dios, y motiva a conocer los peligros de la vida humana, fiada del leño frágil su tempestuosa carrera. Aquí dan lecciones las plantas a los racionales, avisándole la obligación de la espiritual vida por gozar de tan buen terreno. Aquí el frio dice lo que es la Religión, cuyo campo es espacioso, llano, ameno, suave y delicioso; y fuera toda habitación, es árida, estéril, desierta, cueva y morada de silvestres animales. Hasta los montes empinados que circundan por la mayor parte de este Convento, por infructíferos, alegorizan los soberbios que quiso apartar Dios del humilde valle, en que han de vivir los hijos de San Francisco. No es ponderación de hijo suyo, pues es cierto, que solo el valle en que está el Convento, simboliza la bondad de la Religión, gozando dentro de sus murallas lo más bueno. Hay dos dilatadas huertas, dos jardines de sabrosas frutas, limones, naranjas, limas, cidras, y otras plantas, en cuyos troncos tal vez se hallan cuatro diferentes frutas. Dos miradores al mar; uno alto y otro bajo. Desde el alto se divisa el Promontorio Nerio, o cabo de Finis terrae, y la inmensidad del océano fin
termino. El Bosque muy dilatado, poblado lo más de laureles y castaños. Atraviésale una copiosa corriente de agua en que se pescan algunos peces, principalmente anguilas. Goza también de dos fuentes; y la una hoy se entró en la cocina. Últimamente el desierto aquí es recreo, la soledad gusola, la pereza devota, la abstracción dulce, y la habitación, Paraíso. Todo el Convento se mejoró. La Iglesia, pequeña pero muy hermosa en Retablo, y colaterales. La vivienda bastante y acomodada a la necesidad, no al fausto.
A este Convento, por tan devoto, se retiraron algunos Padres, buscando en esta soledad cuanto deseaba el espíritu. Aquí vivió el Padre Antonio de Acuña, hijo de Don Gaspar de Acuña, natural de Toro. A este Religioso debe el Convento la librería, que es muy buena. De la Guardianía sacó la obediencia para Provincial de Zacathecas el Venerable Padre Fray Gaspar de Mondragón, natural de Santiago y de la noble estirpe de su apellido. De este Convento salieron también algunos de aquellos esforzados campeones, que en Filipinas y Japón rubricaron las verdades de nuestra Fe Católica. Sus nombres se ignoran. Desde el principio fue, y es, Casa de Noviciado, y aunque también falta la memoria de sus hijos, se conserva la del Venerable Fr. Juan de Muros, natural de esta Villa, y de quien se dará mayor noticia a su tiempo. Yace en el Convento de San Antonio de Salamanca.
Aquí están sepultados un venerable Lego, que murió de puro caritativo; y el Venerable Padre Fray Arias del Fresno, natural de Castropol, de cuya vida se dará también extensa noticia a su tiempo.
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